Cryptshow dedica su 19.ª edición a la ocultura
El festival tendrá lugar el 28 de junio y el 3, 4 y 5 de julio en Badalona
Cryptshow, el festival de género fantástico y de terror, vuelve este 2025 con su 19.ª edición. Este año, la temática del festival girará entorno a la ocultura, una cosmovisión basada en ideas, creencias y prácticas arcanas que no solo dan sentido a los misterios de la existencia a través de una gnosis personal, sino también explican fenómenos históricos y sociales. En este reservorio cultural encontramos la magia, la psicodèlia, la psicogeografia y otras pseudociencias que han practicado —y sobre las cuales han teorizado— personalidades ilustres cómo Aleister Crowley o Alan Moore, pero también, desde una perspectiva absolutamente campo, personajes como Iker Jiménez.
Este año, el cartel, obra del ilustrador y autor de cómics Toni Benages i Gallard y del diseñador David Villòria i Aguilar, da un giro respeto su tradición pictórica y se vuelve conceptual: una gran mancha oscura y unas letras que quieren esconderse.
El festival tendrá lugar en Badalona, en dos fechas diferenciadas. El 28 de junio estará dedicado a la Literatura, con una jornada que mantendrá el formato estrenado el año pasado bajo el nombre Cryptshow Literario, al soportal del Hostal Solimar de Badalona.
El 3, 4 y 5 de julio el protagonismo será por el cine, al teatro del Círcol. A las sesiones de cortos a competición, eje central del festival, se suman otras secciones ya clásicas, como la sesión juvenil, la asiática, el espectáculo con música en directo y la sección “Ópera delgada/ La mía primera vez”, que se incorporó hace dos ediciones a la programación del festival. También lo market de terror repetirá el formato, ocupando la calle de Francesc Layret con productos exclusivos relacionados con el terror y el fantástico.
OCULTURA (O BARBARIE)
Un caso verídico. L. V., barón, nacido en Barcelona en 1979, de padre gallego y madre catalana, había desarrollado una habilidad aparentemente sobrenatural para atraer las personas del sexo contrario. Según testigos de la época, D. G. y J. H., “nunca fallaba” y “era puta magia”. La estrategia, o el conjuro, como le queramos decir, aplicado en sienes como Razzmatazz o Déjà vu a principios de los 2000, consistía, “simplemente”, a hacerse pasar por argentino. Entrevistado por este humilde e incrédulo cronista, L. V. dijo, con el acento pertinente: "Se un símbolo. No té confundas, el poder de un símbolo se enorme".
“Arquitectura del Sueño: Notas para una Ocultura Urbana”, Suburbia, n.º 5, autoedición, Barcelona, 2003, p. 8.
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Qué es la magia? Consiste a convertir un sapo en príncipe? Abrir puertas y candados? Cocinar una poción que nos promete amor eterno?
O quizás es más interesante pensar que la magia es saber diferenciar entre una seta alucinógena y un robellón? Una “ciencia” que nos permite conocer alguien que vivió en otro tiempo? Unos mecanismos que pueden provocar la bajada de los precios del alquiler en el centro de la ciudad, o incluso que la clase trabajadora vote a la derecha?
La pregunta clave es, pues, si la magia es solo materia de ficción o si, al contrario, es “real” y, por lo tanto, manejable.
El término “ocultura”, del inglés “occulture”, fue difundido a principios de los 2000 por el investigador Christopher Partridge, que la definía como una cultura popular influenciada por el ocultismo, un pensamiento underground que no encontraba en las religiones establecidas las respuestas que la ciencia no ofrecía. Con el tiempo, pero, esta concepción contracultural se ha ido extendiendo en otros campos de estudio, hasta convertirse en un prisma a través del cual mirar el mundo y, por qué no?, también a nosotros mismos.
Eran unos farsantes los oráculos? Existen los demonios? Podemos hablar con los muertos? Y, en todo caso, qué diferencia hay entre tener una conversación con Jesucristo o soñar que has tenido una conversación con él? O, como le pasó a Alan Moore, entre verte “de verdad” frente a frente con un demonio abrahàmico o hacerlo bajo los efectos de unas setas? Tanto se vale todo ello, en realidad, si las personas más poderosas del mundo creen y aquello oculto guía las decisiones que cambian la Historia. En las memorias del ocultista Cheiro se habla de su relación con el rey Eduard VII y otros personajes prominentes de su época. Dicen que Churchill pidió consejo a La Gran Bestia, Aleister Crowley, durante la Segunda Guerra Mundial. François Mitterrand tenía una astróloga. Y Jordi Pujol, una vidente que se decía Adelina.
El ocultura es, pues, un concepto amplio y ambiguo, interesante y, a veces, interesado. Una pseudociencia que abraza desde la pose afectada de Marilyn Manson hasta la plasmación simbólica de las visiones de David Lynch, Kenneth Anger o William Blake. Una postura ante el sentido de la vida que encontramos de manera militante en “Promethea”. Un romanticismo empedernido en “The Sandman”. Un cuento infantil en “El mágico de Oz”. Una realidad bajo la superficie en “Suspiria”. Un viaje en “El día de la tía abuela”.
Pero, vigiláis, que no os den gato por liebre. “Häxan”, curiosamente la película de brujería por antonomasia, es un intento de explicar de manera racional el fenómeno: estaban locas, y los hombres las quemaban porque los daban miedo.
No tengamos miedo.
Abrazamos el símbolo.
O cultura o barbarie!